“No tenés por qué hacer canciones banales para ser popular”


Entrevista con Peteco Carabajal

El músico santiagueño recorre su vida y su obra, lo cotidiano y lo mágico de un mundo que no sería el mismo sin la chacarera. Desde el niño provinciano criado entre poetas y guitarras en el oeste del Gran Buenos Aires, hasta el referente de la música popular que se anima a reivindicar a Santucho, por santiagueño y por guerrillero.

> por Federico "Poni" Rossi

Nacido en La Banda, miembro de una familia numerosa y musical, hijo de Carlos Carabajal (también padre de la chacarera) y de Doña Zita, una madre a la que las manos le vuelan como pájaros en el aire, Peteco vive en el oeste del Gran Buenos Aires, donde alguna vez llegó de niño como miles de niños provincianos. Pero la entrevista se pauta en la Capital Federal, terreno neutral, siempre visitante.
Ahí entra Peteco. Nadie le da mucha bolilla, lo saludan, le dicen “cómo andás Peteco”. Lo llaman así porque lo conocen, y evidentemente siempre viene por este bar del microcentro porteño, y además porque nadie llama de otro modo a Carlos Oscar Carabajal (según su DNI). 
Es jueves al mediodía y mientras repasa su próximo fin de semana de shows que lo tendrán viajando una vez más por ciudades y pueblos del interior del país, nos invita a acomodarnos en la mesa más cercana a la puerta. 

FR: -Estás viviendo en Moreno, en el Oeste, de alguna manera en la zona donde vinieron por primera vez a Buenos Aires…

PC: -Sí, nosotros vinimos a Morón y un tío nuestro fue a Merlo. Ahí vinimos como la mayoría, con una casilla prefabricada en un terreno, en lugares donde recién se estaban construyendo casas de la forma que se podía. Todavía no estaban marcadas las calles en esos barrios. Luego volvimos a Santiago y más tarde viví en Capital Federal, pero cuando tuve la oportunidad volví a vivir a Moreno, donde estoy viviendo ahora.

FR: -Tu apellido es de una familia muy renombrada, con un lugar ganado en la historia del folklore del país, pero tu historia es la de miles y miles de santiagueños y provincianos que llegaron al conurbano.

PC: -Por supuesto. De hecho uno está atravesado por esa historia común. 
Nosotros conocemos bien el Gran Buenos Aires desde ese momento, en una etapa posterior al peronismo, en los inicios de las dictaduras. Fue el tiempo en el que se pobló el Gran Buenos Aires con gente que venía de las provincias. 

FR: -En un momento existía una estadística que decía que había más santiagueños en Buenos Aires que en toda la provincia…

PC: -Sí, sigue pasando pero de una forma en que la transformación ocurre de a poco. Hoy en día no creo que aumente la cantidad de santiagueños que se van de las provincias, obviamente hay una circulación. Porque incluso de a poquito se van volviendo. El tema es que hay muchos que quisieran volver pero ya no pueden.

FR: -¿Y vos tenés ganas de volver?

PC: -A mí me pasa lo mismo que a muchos provincianos, yo estoy preparado para volver pero no puedo todavía. Porque tengo a mis hijos, a mi mujer, cuestiones del trabajo. Si estuviese solo ya estaría viviendo en Santiago. Eso es lo que siento, aunque siempre estoy volviendo un poco a Santiago, porque mi vieja está allá, tengo a muchos amigos.

FR: -¿Qué sentías en esas vueltas que has tenido a lo largo de tu vida?

PC: -Bueno tengo los recuerdos del viaje en tren cuando era chico. Nosotros siempre viajamos en segunda, por fiesta, por carnaval. Llevábamos pollo y sanguches de milanesa. Nunca supe por qué pero apenas arrancaba el tren, ya se sacaba la comida y se empezaba a comer. Nosotros viajábamos siempre en familia, con mis tíos y mis primos.
Esa era la felicidad, el recuerdo más hermoso que puedo tener de la infancia. A mí me gustaba buscar la ventanilla, abrirla porque en el verano el calor arriba del tren era bravo y mirar el viaje.

FR: -Hablando de tu infancia, ¿te acordás cuando aprendiste a tocar la guitarra?

PC: -No me acuerdo exactamente, pero será por los 5 o 6 años. No me acuerdo cómo fue, ni tampoco si me enseñó mi viejo o aprendí porque estaba todo ahí. Igual que ha pasado con mi hijo y todos en la familia.

FR: -Tu hijo forma parte de tu banda, ¿qué te genera compartir eso con él?

PC: -Cuando toco con Homero es como estar yo mismo, pero potenciado al máximo porque tocamos con un mismo latido. Toco con él desde que nació, ahora tiene 22 años, nos conocemos tanto que él por ejemplo, complementa las parte más agudas como si fuéramos una misma voz. Disfruto mucho de compartir eso.

FR: -¿Vos también llegaste a tocar en Los Carabajal con tu padre?

PC: -Hemos tocado juntos, obviamente, pero en los Carabajal no. 
Roberto y yo entramos a Los Carabajal en el año 76. Es decir que el conjunto existía desde mucho antes, creado por mi papá (Carlos), Cuti, Cali y Agustín, e incluso ya habían grabado algunas canciones. Después mi viejo y Cali se retiraron e ingresaron dos muchachos que eran de la provincia de Buenos Aires. Pero la cosa no resultó y hubo algún conflicto. Así que ahí nos propusieron a nosotros, que entramos siendo muy jovencitos, cuando recién estábamos arrancando. 
Los Carabajal tenían la particularidad de escribir y grabar canciones propias que no era muy común todavía. De hecho muchísimas canciones de mi viejo y de Agustín eran grabadas por otros intérpretes.
Entonces también fue motivador para poder componer canciones. “Las manos de mi madre”, “Digo la Mazamorra”, “Entra a mi pago sin golpear”, son temas de esos días que se hicieron conocidas por Los Carabajal aunque después fueron tomadas por muchos artistas.
En ese entonces la chacarera no era lo que es hoy y hubo que andar mucho para hacer escuchar la chacarera y que sea aceptada. Nosotros traíamos todo ese universo de poetas y músicos que venían de un interior bien adentro y que todavía hoy se siguen descubriendo.

FR: -¿Hoy no pasa algo similar con el ritmo de la guaracha, que tiene mucha fuerza en Santiago y Tucumán pero es desconocida en el resto del país?

PC: -Yo creo que la guaracha es genuina en Santiago, pero me parece que se está buscando un lado comercial. 
Lo de la chacarera ha sido una cuestión de generaciones de músicos y poetas que han estado haciendo canciones y tocando desde hace muchísimo tiempo, y que recién ahora están conociéndose algunas cosas.
La guaracha yo no la cultivo como forma musical pero sí la puedo llegar a bailar en una fiesta. Hay que valorar el sonido y el temperamento de grupos cultores de la guaracha que están tomando la rítmica y el estilo para darle una vuelta de rosca a las letras. Eso es muy bueno porque es un género muy popular, que está buscando un contenido.

FR: -Últimamente te has dado otros gustos, como grabar y presentar canciones que no son de tu autoría, y ni del género del folklore pero son las canciones que te gustan cantar.

PC: -Lo que pasa es que yo canto esas canciones cuando siento que el ambiente está bueno para cantar, por ejemplo, me largo y canto Mediterráneo de Serrat. Porque tal vez les gusta la canción de Serrat y también le gusta mi voz, y la verdad es que se trata de las canciones que siempre me ha gustado hacer. Toco esas canciones sobre todo en actuaciones solidarias, en las que toco solo, tipo fogón.

FR: -El 25 de octubre se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de Jacinto Piedra. ¿Qué recuerdos tenés?

PC: -Bueno con Jacinto hemos compartido muchas cosas muy lindas, importantes y con mucho sacrificio por seguir detrás de esa idea y ese sueño que teníamos. Anduvimos juntos mucho tiempo, desde que compartimos MPA (NdeA: Músicos Populares Argentinos, junto al Mono Izaurralde, Verónica Condomí y el Chango Farías Gómez) hasta cuando yo estaba con Los Carabajal y él estaba como solista.
Mirá yo he visto y compartido mucho con él. Un día fuimos a la casa de Horacio Guarany porque nos invitó Cuti (Carabajal). Nosotros caímos medio de arriba pero estaba todo bien igual. Ahí cantó Jacinto y entonces cuando lo escucha Guarany, le pregunta, “¿cómo te llamás?”. Y él le responde “Ricardo Gómez”, su nombre verdadero y como todos lo conocíamos hasta ese día. Entonces ahí Guarany lo bautizó Jacinto Piedra.

FR: -Después Jacinto tuvo el accidente donde murió. 

PC: -Si uno quiere ver lo que fue Jacinto, para mí hoy en día no hay manera de hacerlo si no es poniéndolo a él y a su obra en un contexto histórico que lo iba llevando. Por eso yo no me puedo prender en un mito que hoy se crea en torno a él. Porque yo fui parte de esa historia.

FR: -¿Te molesta esa idea de mito en torno a Jacinto?

PC: -Hay mucha gente que lo pone en el lugar de lo mitológico, casi en un altar, para decir que él estuvo a años luz de todos los demás. Yo no creo que sea así. 
A mí sí me gusta el mito de Jacinto en sentido directo del artista. Me gusta que haya gente que tome su estilo de canto, su idea poética, porque tiene canciones buenísimas, simples, bellas. El tipo tenía fuego. Pero debemos ver también a los changos nuevos, que han hecho obras que tal vez superen a esos años en que surgimos nosotros. Debemos valorar lo que se ha seguido haciendo. Horacio Banegas, por ejemplo, que es un maestro de los maestros no tiene el reconocimiento que debería tener

FR: -¿Qué ves en los jóvenes músicos y las propuestas actuales dentro del folklore?

PC: -Hay de todo, hay muchos jóvenes que siguen ese camino del que hablábamos, que tiene una propuesta. Pero también están los que se creen el cuento de lo que vende. Hoy todo se maneja con la convocatoria que pueda tener un determinado músico para llenar un festival. Dentro de eso hay cosas buenas, lindas y otros que cometen el error de creerse su propio verso. Porque nadie te obliga a pensar en un público femenino, así como no tenés por qué hacer canciones banales para ser popular. Ellos se terminan de creer el cuento. Eso ha existido siempre pero ahora se pone más evidente.
De acuerdo a mi forma artística, viene de una escuela y tradición santiagueña, hay temas que nunca cantaría, como tampoco nunca cantarían Los Carabajal. Los Chalchaleros por ejemplo cantaban “Los 60 granaderos”, y esos son temas complacientes.

FR: -Alguna vez dijiste que no cantabas canciones románticas porque no te interesaba contar vida íntima.

PC: -Yo me pregunto qué pasaría si nada de lo artístico fuera para comprar y vender. Entonces un tipo que hace una canción en un ratito, de manera despreocupada, esos que son mercaderes, si no existiera esa cosa de creer que vas a ganar guita, cuántos seguirían escribiendo lo mismo. Por ahí escribirían otra cosa, porque hay mucha gente con oficio.

FR: -¿Puede que también el cambio que tu generación marcó tenga que ver con las composiciones que rompen un poco con lo paisajístico y ponen en primer plano al hombre y la mujer con sus problemas, con todo eso que nos atraviesa?

PC: -Sí, claro.
Pero yo que estoy desde ese tiempo, y que sigo con fuerza y visión de lo que ha sido y de cómo está siendo, prefiero el presente. Yo lo de MPA lo atesoro como algo único, pero para mí La Juntada (NdeA: conformada por el Dúo Coplanacu, Raly Barrionuevo y Peteco) ha superado a MPA, porque hemos podido ser más libres. Esta generación es más libre y entonces como cosa artística es superadora. En su momento tal vez creíamos que nada podía superar a MPA, pero este tiempo es superador. No digo mejor, digo superador.

FR: -Dentro de tus canciones nuevas hay una canción a Mario Roberto Santucho, ¿cómo surgió la idea de la canción al líder guerrillero, también santiagueño? 

PC: -Las ganas de hacerle la canción me venían a mi desde hace un tiempo. Por ahí anda Ica Novo, a quien le he comentado mi idea y me dijo: “te parece, no te metas en ese terreno…”. Bueno yo me retiré de la conversación. Y ahora después de escucharla Ica Novo me felicitó por la forma en que encaré el tema, que él no alcanzaba a imaginar cómo iba a hacerla.
Pero lo que me decidió fue que viajé a Cuba y ahí he estado parando en la casa de María Santucho, que es una sobrina de él, y allá dirige el Centro Pablo. Un día en su casa, encontré un libro sobre Santucho escrito por su hija. Es un libro de cartas y relatos de él. Me llamó mucho la atención eso. Porque había cartas de amor, cartas a sus padres, a sus hijos. Entonces, viendo todo eso, me propuse hacer la canción porque ese tipo no podía quedar en la historia como un delincuente común, como lo quiso hacer quedar el enemigo: la oligarquía y los milicos.
Me vinieron ganas de reivindicar con él al hombre santiagueño, al luchador, al soñador, al que murió peleando. Era un “guerrillero santiagueño”, y así se llama la canción que lo reivindica.

FR: -¿Crees que con Santucho, la historia oficial, la que escribieron los que ganaron fue más dura que con otros luchadores populares?

PC: -Claro, por eso ahora tengo ganas de seguir trabajando con la vida de Santucho. Quiero hacer un documental sobre él desde un lugar que hasta ahora creo que no se ha hecho. Son historias que tienen que ser contadas porque es importante que se conozcan, y el lenguaje del cine tiene ese potencial, como para poder cerrar esa idea de reparación que empecé con la canción.


# Entrevista publicada en la revista Mascaró de noviembre de 2013

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